Un descanso lleno de sensaciones sumado a la calidad humana de su propietario que de forma incondicional vela por la estancia del viajero.
En la casa de arenas se tiene la sensación de un traslado al pasado, a la infancia, a desayunos de leche fresca y galletas tostadas con mantequilla. En ella recuerdas aquellos años, intuyes olores, recreas situaciones y vivencias rodeada de piezas de entonces, aperos, juguetes, decoración y gastronomía.